El arte de la prudencia.
Por Juan Carlos Cubeiro.
Hablemos de Talento.
El arte de la prudencia es un gran compañero de viaje, para el viaje de la vida. ¡Qué gran libro! ¡Qué sentencias más sensatas! Debemos analizarlas y seguirlas hasta convertirlas en hábitos.
De las 300 sentencias de este libro tan práctico, me quedo con éstas:
- Trata con quien puedas aprender. Convierte siempre el trato amigable con gente que sean escuela de erudición, y cuya conversación sea enseñanza culta. Haz de tus amigos maestros y maestras, aprovechando el gusto de conversar para el útil aprendizaje.
- Refina lo que te dio la naturaleza. No hay belleza que no haya sido trabajada, ni virtud que no luzca bárbara sin el brillo de la elaboración. Lo que se pule, mejora lo malo y perfecciona lo bueno. Si te quedas en lo que te dio la naturaleza, serás común y corriente. Aplícate cada día al arte de superarte.
- Obra siempre con una intención inesperada. Amaga al aire con destreza, pero en la realidad ejecuta lo que nadie espera.
- Valora más la calidad que la cantidad. No consiste la perfección en la cantidad, sino en la calidad. Todo lo muy bueno ha sido siempre poco y raro. No se valora mucho lo que existe en abundancia.
- Nunca caigas en lo vulgar. No te dejes llevar por el gusto. Gran persona sabia es el que se cuida de preferir lo que prefieren muchas.
- Vive siempre en disposición de dar a los demás. Quien gobierna gana gran crédito si da, si hace el bien. Es la elegante manera del soberano para conquistar el afecto de todas las personas.
- Descubre tu principal virtud. Has de saber en qué profesión o proyecto eres más capaz, y cultivar esa cualidad, y usarla para ayudar a los demás. Cualquiera puede conseguir la prestancia en algo, si descubre que esa es su vocación.
- Pondera bien las cosas. Muchas personas ponderan siempre al revés, por darle mucha prominencia a lo que no la tiene, y darle poca a lo que realmente la tiene.
- Conoce el liderazgo natural. Tiene una secreta fuerza que le da superioridad. No viene de molestas e hirientes formas artificiosas, sino que surge de manera espontánea. Es un hombre o mujer a quienes siguen todos, sin advertir cómo.
- Huye de los conflictos, que siempre traen otros. Es de los primeros requerimientos de la persona comedida. Las más capaces e inteligentes están siempre lejos de caer en esas situaciones problemáticas.
- Si tienes grandeza interior, eres persona mejor. Siempre valdrá más lo interior que lo exterior. Sujetos hay que son sólo fachada, como casas a medio acabar, porque les faltó fuerza interna: tienen entrada de palacio y habitación de choza.
- Sé juicioso/a y observador/a. Así dominarás las situaciones, en vez de que ellas te dominen a ti. Penetra con tu pensamiento hasta lo más profundo, aprende a analizar y juzgar todo. Cuando veas a una persona, estudia y valora su esencia profunda.
- Nunca te faltes el respeto. Ni pelees contigo mismo a solas. Sea tu misma entereza la norma que guíe tu rectitud, y témele más a la severidad de tu dictamen que a los preceptos externos que prediquen otros.
- Es importante que sepas elegir. Generalmente, de esto depende tu vida. Se fundamenta en el buen juicio y el recto pensar, para lo cual no bastan inteligencia y estudio. Se necesita sobre todo el discernimiento.
- Debes tener buenas respuestas repentinas. Hay quienes bajo presión hacen todo mejor. Suelen ser fenómenos que repentinamente en todo aciertan, y errarían si los dejaran pensar.
- Adáptate a la situación, y usa tus recursos con moderación. No has de mostrar tus conocimientos en el trato con todos, ni de emplear más fuerzas de las que son necesarias para conseguir algo.
- Debes saber decir que no. No todo lo que te piden has de concederlo, ni a todos. No conceder es tan importante como saber conceder, y en los que gobiernan, es urgente dominar esto. El secreto está en el modo en que lo hagas.
- Aprende a llevarte bien con todos. Sé docto/a con el docto/a, y con el santo/a, santo/a. Es el secreto para ganarte a la gente, porque la identificación con el otro concita benevolencia.
- Cuídate al interpretar lo que te cuentan. Dependemos mucho de lo que nos cuentan. Es muy poco lo que podemos ver directamente, y hay por ello que oír lo que nos dicen. El oído es la segunda puerta de la verdad y primera de la mentira.
- Aprende a usar a tu favor a los enemigos. Un acto de agresión puede advertirte de muchas dificultades que jamás podría aclararte un acto a tu favor. Los enemigos te permiten descubrir tus virtudes y defectos, y así fabrican tu grandeza. Más peligrosa es la lisonja que el odio.
- Cuídate de los chismosos. Hay mucha gente vulgar cuyas cabeza, ojos y lengua están al servicio de la malicia y el descrédito. Son voces que manchan el prestigio y la reputación. Cuando lleguen a ti, dales el puntapié del indiferente desaire.
- Conócete a ti mismo y misma. No podrás nunca dominarte si no te comprendes, en inteligencia y saber, en órdenes y amores.
- Gánate el afecto de los demás. Es uno de los primeros y mayores mandatos que supo preverlo. Por el afecto entra el concepto. Es decir, no basta tener razón en lo que dices: debe decirse con amor. Algunos confían sólo en sus argumentos, pero es difícil convencer sin darse a querer.
- Cuando tengas fortuna, prepárate para cuando no la tengas. Aprovecha el cálido verano y prepárate a recibir el duro invierno.
- Evita la rivalidad y no se sabrá tu debilidad. Cuando entras a polemizar, buscando deslucir a otro, te desluces tú. Son pocos aquellos para los que es buena una pelea, pues la riña hace público los defectos que guardaba la cortesía. Muchos tuvieron reputación hasta que entraron en disputas.
- Debes saber convivir con quienes te rodean. También con los que te muestran odio. Hay que lograr un entendimiento con los que estamos obligados a convivir. La gente de dificilísimo carácter es problemática estando lejos o cerca.
- Trata siempre con gente de palabra. Tienes la ventaja de que puedes comprometerte con ellas y comprometerlas contigo. La mejor razón para confiar en este tipo de personas es su manifiesto sentido de responsabilidad, porque aún en las disputas se comportan con respeto al otro.
- No está mal que te equivoques, si sabes disimular y rectificar. Sé discreto/a en tus afectos y en tus defectos. Todos nos equivocamos, pero las personas habilidosas saben rectificar sus errores, mientras las torpes hacen más grandes los suyos.
- Nunca te quejes. El que se queja se desacredita. Es más probable que quien te escucha se moleste en vez de consolarte.
- Tan importante es que seas alguien virtuoso como que lo parezcas. Las cosas no se recuerdan por lo que son, sino por lo que parecen. Ser virtuoso y saber mostrarlo es ser dos veces virtuoso.
MADRID, SPAIN
Socio-Director de IDEO Business, Coach estratégico (Presidente de Honor de AECOP), Conferenciante y autor de 39 libros. Director de contenidos de KONEKTO, la publicación de cabecera de la Clase Directiva
1 comentarios:
Madre mía Qué post tan bonito. Me gustan muchos de los puntos que has dejado aquí.
Con tu permiso me lo guardo en mi Evernote para no perderlo nunca.
Un beso muy grande.
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