La Pepa fue la primera constitución española que estableció la soberanía popular, la división de poderes, la libertad de expresión y la libertad de imprenta.
Esto quiere decir que hace doscientos años fuimos pioneros al implantar de forma tangible valores, libertades y derechos cívicos que hoy son incuestionables y forman parte de nuestra idiosincrasia como pueblo. Dos siglos más tarde debemos hacer memoria histórica y celebrar un acontecimiento que ha convertido a nuestro país en una de las democracias más fuertes del mundo.
La mujer y la constitución de 1812
Las mujeres del siglo XIX, tenían como único oficio el matrimonio, y para ello se las educaba. La mujer estaba relegada a ocupar un papel secundario dentro de vida social, económica, cultural y política, debido principalmente a que la educación que recibía, auspiciada fundamentalmente por la iglesia, consideraba que la mujer tenía reservado un lugar propio, y que éste se circunscribía únicamente al ámbito familiar, es decir la mujer debía servir de nexo entre la figura del patriarca y los hijos, para lo cual, se consideraba que una mujer estaba bien formada y cumplía a la perfección con su rol social, simplemente con saber leer y escribir, tener breves nociones de literatura e historia y saber de otras materias, más vinculadas a lo doméstico que al nivel intelectual.
La exclusión de la mujer en la vida política del Cádiz de las Cortes fue tan radical que ni siquiera fue reconocida como ciudadana en la Constitución. Por este motivo, muchas de las gaditanas, sobre todo aquellas de alto nivel cultural, optaron por organizar tertulias literarias y políticas.
Dos de las tertulias femeninas más populares fueron las de Margarita López Morla y Frasquita Larrea.
*** Margarita López Morla realizó sus estudios en Inglaterra y era muy simpática y buena conversadora. Era una mujer liberal por lo que «iban a su tertulia los principales corifeos del partido liberal, nombre con el que empezaba a ser considerado el dominante de las Cortes», explica Alcalá Galiano. Además, contó con el beneplácito del mismísimo Lord Byron.
*** La tertulia de Frasquita Larrea, madre de la escritora Cecilia Böhl de Faber —que se escondía detrás del pseudónimo Fernán Caballero—, fue la más famosa. Su marido, un comerciante alemán, cónsul de su país en Cádiz, era muy aficionado a la literatura española del Siglo de Oro, por lo que también participaba en las reuniones que tenían un corte muy conservador.
Doña Larrea, madre de la escritora Cecilia Böhl de Faber |
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