Para ser una persona emprendedora se tiene que poseer unas determinadas características personales: capacidad de iniciativa, de asumir riesgos, de tomar decisiones, de negociación, de organización…
El perfil de una mujer emprendedora se basa en la puntuación de: la iniciativa, disponibilidad, competencia para superar el desánimo, afán por el trabajo bien hecho, gusto por la competencia, tener capacidad para asumir riesgos controlados, poseer la competencia para tomar decisiones meditadas, soportar la incertidumbre y la tensión, finalizar los trabajos que se emprenden, mentalidad abierta, planificación, organización, adaptación, tolerancia, capacidad para vender ideas y producto, negociación, perseverancia, optimismo, autoconfianza, facilidad de trato, espíritu independiente, gusto por el triunfo, y gestión de crisis.
Los expertos recomiendan que, aunque no se posean todos los atributos antes señalados, hay muchas maneras de ser emprendedora: se trata de cultivar los puntos fuertes y tratar de suavizar los débiles en lugar de tratar de modificar el propio estilo de forma antinatural y repentina.
Los expertos recomiendan que, aunque no se posean todos los atributos antes señalados, hay muchas maneras de ser emprendedora: se trata de cultivar los puntos fuertes y tratar de suavizar los débiles en lugar de tratar de modificar el propio estilo de forma antinatural y repentina.
Aparte del carácter personal, una mujer emprendedora tiene que saber qué quiere llevar a cabo: ¿Qué proyecto tiene entre manos? ¿Qué sabe del producto o servicio que quiere ofrecer?
Para saber esto, hay que contestar a las siguientes preguntas: ¿Hay una idea? ¿Es rentable o interesante? ¿Hay un plan de empresa que refuerce su puesta en marcha? ¿Qué se necesita para que sea una realidad? ¿Tienes suficiente formación para poder llevar a cabo tu idea? ¿Tienes alguna experiencia profesional en el ámbito que vas a desarrollar?
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