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lunes, 21 de junio de 2010

El Nacimiento de la Primavera

Julia García Aguilar. 5ºB

2º PREMIO

Me llamo Primavericus y vivo en el Monte Olimpo. Soy simpático, creativo e imaginativo. Siempre he soñado con crear una estación nueva en la que las flores crezcan. Tanto mis padres como mis doce hermanos siempre han pensado que mi sueño no sirve para nada, pero yo pienso que sí.

Todos los días, voy al bosque a recoger las más hermosas flores para mi novia Yana, una mortal de la que me enamoré. ¿A que esto os recuerda a la leyenda del semidiós Hércules? Soy su hermano. Él es mucho más fuerte y guapo que yo, pero al menos, soy un dios completo. Ya sé que se convirtió en semidiós por culpa de los malvados sirvientes de Hades, el dios de los muertos, pero no fue mi culpa, yo aún no había nacido. Él es el mayor de todos mis hermanos y yo, el menor.

Yana fue quien me dio la idea de inventar una nueva estación cuando me dijo que las flores no tenían tiempo de crecer en tan sólo un mes.

Pensé cómo se podría llamar la estación, pero no se me ocurría nada. Tuve en cuenta que su nombre tendría que ver con el mío: Primavericus.
Me senté en el sofá de la sala de estar a seguir pensando y me quedé dormido.

De repente me desperté y salí al jardín. Vi a un conejo y le seguí. Estaba muy nervioso y decía que llegaba tarde. Entré en su madriguera y había un gran agujero por el que me caí y llegué a una selva en la que todas las plantas eran de un color azul verdoso.

Me miré el brazo y era también de un color raro. ¡Me había convertido en otra persona! Era un Molcutu, un mono verde con cola de ornitorrinco.

Seguí andando y me encontré un gran campo de flores rosas muy extrañas. Toqué una y, rápidamente se contrajo y se convirtió en un cubo flotante. Esto le pasó a todas y al final del camino había un enorme monstruo enfadado y ofuscado. Se acercó a mi y me dio un lametón. ¡Ese lametón contenía un veneno mortal!

Fui corriendo a un lago mágico que había un poco más allá y me bañé allí. El agua estaba fresquita y, cuando me salí, ¡tenía sanguijuelas por todas partes! Me las quité y salí corriendo. La mordedura del animal se había curado, pero me llevé un susto de muerte.

Llegué a una casa y entré en ella. Allí había una cesta con dos frascos llenos de un líquido color violeta.

Cogí uno y me lo bebí entero. Al rato, me sentí muy raro. ¡Me estaba encogiendo!
Nervioso, cogí la otra botella y me la bebí. ¡Recuperé mi tamaño normal! Fue increíble.

Seguí andando y, cansado, me senté en una piedra. Alguien me tocó en el hombro y me giré. No había nadie. Me tocaron otra vez y, antes de que esa persona se escondiera, le vi. Era una bella dama de rubios cabellos y ojos azules. Era también un Molcutu, como yo.

La muchacha era muy tímida. Le dije que no tuviera miedo, que no le iba a hacer daño. Es más, ya que había encontrado a alguien con quien hablar y contarle mis ideas, no la iba a ignorar. Ella se acercó y me preguntó qué hacía en el valle de aquel monte humilde. Le conté todo lo que me había pasado y la maravillosa idea que tenía de crear una nueva estación. Mina, así se llamaba, me dijo que era una fantástica ocurrencia... ¡Al fin alguien que pensaba que mi sueño era útil y bonito! ¡Hasta me dio unos cuantos nombres para llamar a la estación! Eran:

Primuveris
Primevures
Primavera
Primivoris

Las dos que más me gustaron fueron Primuveris y Primavera. Elegí Primavera. Sonaba muy bien.
A la mañana siguiente, le di las gracias a Mina por ayudarme y me fui. La selva era muy peligrosa, así que marché con precaución. Me paré a comer y unos lobos me acorralaron. Corrí y corrí para despistarlos, pero tenían tanta hambre, que me seguían con los ojos cerrados siguiendo el olor de mi bocadillo. Al final del camino, había un pasadizo por el que los lobos no cabían. Fui corriendo muy deprisa hacia él, pero los lobos me alcanzaron y... ¡Me desperté sudando y asustado...! ¡Todo había sido un sueño!

Ya tenía el nombre de la estación, se llamaría Primavera.

Fui a hablar con los creadores de las demás estaciones y a pedirles que aquella noche, que era Luna Llena, juntáramos nuestras fuerzas para que se formara la Primavera. A todos les pareció una buena idea y aceptaron.

Cuando llegó la hora, la playa, que es donde se formaría la estación, estaba llena de gente y yo estaba muy nervioso. Cuando habíamos terminado, todo se llenó de flores, había llegado la Primavera.


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